de un adiós recordado,
se hace césped en mis manos
para enverdecer en vano.
Es agua y silencio
de un amor ahogado,
irreparable e incierto.
Como el tiempo ido
y congelado,
duele ese espacio olvidado,
duele el muerto que ya no es
recordado,
duele la tarde de mi alma
Duele el beso de lágrimas.
Duele el grito del mundo
duele un nudo en la garganta
duele este este camino
de septiembre llovido
por un amor deshojado...